En un momento histórico en el que la cultura se enfrenta a presiones estructurales, institucionales y simbólicas, el pasado 26 de junio tuvo lugar el conversatorio “Cultura bajo presión”, organizado por Smart Ibérica en el marco del proyecto EMCOOP. Lejos de ser solo un espacio de exposición, este encuentro se convirtió en una conversación colectiva profundamente honesta y transformadora.
El webinar contó con la participación de tres voces claves del ecosistema cultural actual: Rocío Nogales, investigadora en economía social y directora de Smart Ibérica; Artemisa Cifuentes, presidenta de la Red de Espacios y Agentes de Cultura Comunitaria (REACC); y Guillermo Rodríguez, pianista y activista en política cultural europea. El diálogo se articuló en torno a tres grandes ejes: financiación, precariedad y trabajo en red. Cada uno de ellos se abordó desde experiencias personales, contextos organizativos y propuestas concretas para repensar cómo habitamos y sostenemos la cultura.
Uno de los primeros diagnósticos compartidos fue claro: la precariedad no es un fenómeno individual ni una excepción, sino una condición estructural del sistema cultural. Solo el 5% de los agentes de cultura comunitaria pueden vivir de su práctica, según datos del primer diagnóstico impulsado por REACC. La financiación pública sigue siendo mayoritaria, mientras que el apoyo privado apenas representa un 11% del total, dejando una gran parte del trabajo cultural en una posición de informalidad o autogestión extrema.
Artemisa Cifuentes, desde la cultura comunitaria, expuso cómo las prácticas artísticas vinculadas al territorio y a las comunidades —que se enfocan en procesos más que en resultados— son profundamente transformadoras, pero también profundamente invisibilizadas por las políticas culturales hegemónicas. Proyectos como la Anticonvocatoria, que invierte la lógica tradicional de competencia en la asignación de recursos, o la campaña #CulturaSpam, que denuncia el desmantelamiento de espacios culturales como Harinera Zaragoza, son ejemplos de cómo se puede accionar desde la base.
Rocío Nogales, desde una mirada vinculada a la economía social y solidaria, aportó un marco de análisis crítico sobre la lógica mercantil impuesta a la cultura. Recordó que “economía” significa, en su raíz etimológica, el cuidado de la casa, y que existen otras formas de intercambio —como la reciprocidad o la redistribución— que permiten sostener el trabajo cultural sin caer en la lógica de mercado puro. Reivindicó además la necesidad de crear mercados sociales de la cultura, espacios donde los valores del bien común, el trabajo digno y la cooperación sean centrales.
Guillermo Rodríguez, por su parte, aportó una perspectiva generacional desde el ámbito artístico individual, pero con una fuerte orientación hacia el trabajo en red y la incidencia política. Relató cómo su trayectoria como pianista clásico le llevó a descubrir, a través de la experiencia, la necesidad de transformar el sistema desde dentro. Subrayó la urgencia de repensar los modelos de financiación para que respondan a las necesidades reales de los procesos culturales, y no a fórmulas heredadas de otros sectores. También hizo un llamado a defender el valor intrínseco de la cultura, más allá de su utilidad instrumental, recordando que “la cultura no necesita ser útil para ser esencial”.
El webinar evidenció que sin redes, sin comunidad y sin nuevas formas de organización, el futuro de la cultura —entendida como derecho y como bien común— seguirá en riesgo. Pero también dejó claro que existen alternativas viables, imaginativas y ya en marcha. Desde experiencias cooperativas como Smart Ibérica, hasta redes internacionales como Culture Action Europe, pasando por iniciativas como REACC o la Federación Nacional de Estudiantes de Música (ENCOP), se están construyendo otras formas de estar y hacer en cultura.
Como cierre, se planteó una reflexión compartida: si estamos en un sistema que precariza y fragmenta, nuestra única salida es colectiva. Solo desde la cooperación, la escucha mutua y la defensa activa de lo común podremos transformar las condiciones materiales de la cultura y reivindicar su lugar como pilar fundamental de cualquier sociedad democrática.
Este webinar no fue una conclusión, sino un punto de partida. Desde Smart Ibérica seguiremos trabajando para abrir espacios donde pensarnos en común, articularnos con otras y caminar hacia una cultura más justa, sostenible y libre.