En estos tiempos donde la velocidad arrasa cada rincón de la percepción y donde el sonido es mercancía, distracciones atomizadas o simple fondo, Pauline Oliveros nos propone una revolución callada: escuchar profundamente. Su práctica, teoría y filosofía del Deep Listening no es una técnica ni un estilo sino una forma de estar en el mundo, una forma de habitarlo vibratoria y frecuencialmente transformando la escucha en un acto ético, político y sensorial.
Deep Listening propone una serie de ejercicios, meditaciones y partituras verbales, pero más allá del método, hay en estas páginas una poética radical: la creencia de que el sonido puede romper estructuras, que el silencio no es vacío sino archivo, y que el cuerpo es un sismógrafo de lo invisible, los textos que conforman este libro despliegan un mapa de vibraciones donde cada palabra resuena más allá de su significante, Oliveros aborda el sonido no solo como fenómeno acústico sino como un campo energético de la memoria corporal: "Escuchar es una relación con el espacio, el tiempo, el cuerpo, el deseo, la memoria".
Oliveros no habla de la escucha como una habilidad sino como un ámbito de la conciencia. El Deep Listening implica una escucha del entorno, del cuerpo, del inconsciente y del otro. Implica también no elegir qué escuchar, renunciar al privilegio de la selección y al poder de la atención selectiva para entregarse a una escucha omnidireccional, despojando al oído de su rol jerárquico, afinado y entrenado, para abrirlo a lo contingente. En ese descentramiento, Oliveros transforma el acto de escuchar en una práctica de conciencia radical donde el yo pierde centralidad y se vuelve poroso, resonante y permeable.
En la tradición occidental, la escucha ha sido muchas veces una función del juicio, una herramienta del análisis, una vía para valorar la "buena" o la "mala" música o para encontrar sentido en estructuras preconcebidas, pero Oliveros invierte esa lógica: escuchar no es reconocer, ni clasificar, ni descifrar, escuchar profundamente es abandonar las categorías, es abrirse ante lo que suena sin reducirlo a significados. En este sentido, su práctica se aleja de la escucha musical como función estética y aproxima al sujeto con su entorno, su historia, su comunidad y sus sensibilidades. La escucha ya no es una actividad pasiva ni contemplativa sino una forma de composición expandida.
“Every time I listen, I am composing”, dice Oliveros. Esta frase encierra una de las claves más radicales de su propuesta: Escuchar implica intervenir el presente donde cada escucha modifica el campo sonoro, lo subvierte, y es aquí cuando el rol del compositor se disuelve, la partitura ya no es el centro de gravedad, la obra musical no es una entidad fija sino un fenómeno emergente de la relación entre el cuerpo que escucha, el espacio que vibra y el tiempo que se abre. Deep Listening propone en lugar de formas cerradas, procesos abiertos; en lugar de estructuras, flujos.
Oliveros cuestiona con su práctica toda una tradición de escucha centrada en cánones masculinos, occidentales y racionalistas. Su trabajo propone una escucha desobediente que da lugar a lo marginal, a lo residual, a todo lo que el oído entrenado ha aprendido a ignorar, porque la atención al cuerpo, a la respiración, al entorno y a los sonidos no musicales, es también una forma de recuperar voces silenciadas. El Deep Listening se convierte así en una forma de restauración poética de lo excluido, donde el ruido ya no es lo otro de la música, sino una materia con la que se componen nuevas formas de relación, y hoy, más que nunca, necesitamos una escucha que no consuma sino que sostenga, que no capture, sino que acompañe, que no categorice, sino que abrace la complejidad de lo audible y de lo invisible. Deep Listening no es solo una práctica artística: es pedagogía del presente, ética del cuidado, espiritualidad sin dogma. En un mundo saturado de estrépito y desatención, escuchar profundamente es un acto revolucionario, es volver a experimentar el sentido vibracional de la existencia.
Gracias Jonacho por esta preciosa reflexión sobre algo que parece que estemos olvidando, la capacidad de escuchar sin (pre)juicios. Se me ocurre que podríamos incluso pensar en un club de lectura si es que hubiera interés por parte de las personas que forman parte de EMcoop: partir de una lectura guiada por ti (por ejemplo de Pauline Oliveiros) en combinación con una autoguía por parte de todas las personas que se animen a participar.
Es un placer leerte y espero que lleguen muchos más comentarios y reflexiones como este para poder poner en común algunos de los aspectos más profundos de esta profesión que es la música tanto como la experiencia de quien la ama desde niña.