Cómo perder el miedo a hablar con inversores y darle voz a tu proyecto

En el ecosistema emprendedor hay una escena que se repite: un emprendedor con una idea brillante se sienta frente a un inversor, y de repente las palabras se atascan. La pasión por el proyecto está ahí, pero el miedo, los tecnicismos y las inseguridades pesan más que la claridad.

El libro Hablando en plata de Mathieu Carenzo parte de este punto: demasiados emprendedores se sienten intimidados por el mundo financiero, como si fuera un club exclusivo con un idioma propio. Pero la realidad es mucho más sencilla: los inversores también son personas, buscan confianza, claridad y, sobre todo, proyectos con sentido.

Emprender no es solo para genios ni gurús

A menudo idealizamos al emprendedor como alguien casi mítico: Steve Jobs en un garaje, Elon Musk conquistando el espacio, Jeff Bezos empezando en un sótano. Esa narrativa hace que muchos se autoexcluyan.

Pero Carenzo insiste en algo fundamental: emprender también es abrir un pequeño negocio, montar una consultora o crear una startup local. Emprender significa hacerse responsable de tu cuenta de resultados, tomar decisiones y asumir riesgos. Y eso está al alcance de más gente de lo que pensamos.

El miedo a no saber “hablar su idioma”

Uno de los grandes bloqueos es pensar que el mundo de los inversores se comunica en un idioma lleno de fórmulas y jerga incomprensible. Y es cierto que hay tecnicismos, pero la mayoría de las veces lo que buscan no es un discurso perfecto, sino una explicación clara y honesta.

Un inversor prefiere que le digas:

  • “Aquí tenemos una oportunidad, pero todavía no sabemos cómo escalarla”,
    antes que escucharte prometer el cielo con números inflados.

Lo que de verdad buscan los inversores

No buscan gurús ni superhéroes. Buscan personas con visión, pero también con los pies en la tierra. Personas capaces de adaptarse y escuchar. Y, sobre todo, gente en la que puedan confiar.

Un inversor sabe que el plan de negocio cambiará veinte veces en el camino. Lo que no cambia es el carácter del emprendedor: su capacidad de trabajar bajo presión, de aprender rápido y de reconocer errores.

La confianza se construye en los primeros minutos

Aquí Carenzo lanza un mensaje claro: la confianza se gana rápido… o se pierde rápido. Los primeros minutos de una reunión son decisivos.

Algunos consejos prácticos:

  • Llega recomendado: si alguien en común te presenta, tienes más credibilidad.

  • Prepara un discurso breve y claro: lo que llaman “elevator pitch”.

  • Sé honesto: hablar de lo que falta en tu proyecto no es debilidad, es transparencia.

Documentos que cuentan tu historia

El libro distingue entre herramientas diferentes según el momento:

  • El one-pager: una sola página que condense la esencia de tu proyecto.

  • El pitch deck: 10-15 diapositivas con narrativa visual para la primera reunión.

  • El plan de negocio: detallado, pero solo cuando realmente haga falta.

Lo importante es no confundirlos: un error típico es querer contar toda la historia en la primera diapositiva o, al revés, improvisar sin datos cuando ya estás en fase de negociación.

La negociación no es una guerra

Muchos ven la negociación como una lucha donde alguien gana y otro pierde. Carenzo plantea otra visión: negociar es construir un puente.

Si vas con miedo a que te quiten, acabarás a la defensiva. Si vas pensando en imponer, chocarás. La clave es escuchar, preguntar y buscar un terreno común. Recuerda: los inversores no son enemigos, son posibles socios.

Los errores que más se repiten

Carenzo recoge algunos fallos que se ven una y otra vez:

  • Decir “no tenemos competencia” (nadie se lo cree).

  • Llenar la presentación de jerga técnica.

  • No preparar las cifras básicas: ingresos, costes, proyecciones.

  • Reaccionar con nerviosismo ante preguntas difíciles.

La realidad es que los inversores esperan lagunas y dudas. Lo que no perdonan es la falta de preparación o la arrogancia.

El tiempo y el famoso FOMO

Una de las dinámicas más curiosas es el “fear of missing out”: el miedo de un inversor a quedarse fuera de una buena oportunidad. Algunos emprendedores juegan con esto mostrando interés de otros inversores para acelerar decisiones. Funciona, pero hay que usarlo con inteligencia: nunca inventes ofertas que no existen, porque si te pillan perderás toda credibilidad.

También es importante entender que el tiempo de un inversor no es el tuyo. Tú quieres financiación ya, ellos pueden tardar semanas o meses en decidir. La paciencia, aunque cueste, forma parte del proceso.

Emprender con claridad

El gran mensaje de Hablando en plata es sencillo: no hace falta hablar en otro idioma para convencer a un inversor. Basta con hablar claro, mostrar el valor real de tu proyecto y transmitir que eres alguien en quien confiar.

Si eres capaz de contar lo que haces de forma sencilla, honesta y apasionada, ya tienes la mitad del camino hecho. La otra mitad se construye con preparación, flexibilidad y una mentalidad abierta.

En resumen

Emprender no es un salto al vacío reservado a unos pocos. Es un camino que cualquiera puede recorrer con preparación y acompañamiento. Y hablar con inversores no debería ser un muro infranqueable: es, simplemente, una conversación entre personas que buscan construir algo juntos.

Así que la próxima vez que pienses que “no sabes el idioma” o que “los inversores están en otra liga”, recuerda esto: tu proyecto necesita tu voz clara, no un diccionario financiero.


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