Vivimos en un mundo donde cada movimiento digital deja una huella. Lo que compartimos en redes sociales, las compras online, las apps que descargamos, las búsquedas en Google e incluso los dispositivos conectados en casa están generando información de valor. Esa información —nuestros datos— se ha convertido en uno de los recursos más codiciados de nuestro tiempo.
El libro Toma el control de tus datos, de la ingeniera y emprendedora Alicia Asín, ofrece una visión clara y accesible sobre cómo funcionan estos mecanismos y qué podemos hacer para recuperar parte del poder que hemos cedido.
A continuación, presentamos una guía detallada y práctica inspirada en su obra, con pasos progresivos para entender, proteger y gestionar tu información personal.
1. Comprender el valor de los datos: la nueva moneda de poder
Los datos no son neutros ni gratuitos. Empresas tecnológicas, gobiernos, bancos y hasta pequeños negocios los usan para predecir comportamientos, orientar campañas, vender productos o influir en decisiones políticas.
Ejemplo:
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Cuando compras un billete de avión online, no solo queda registrado el viaje, sino también tu nivel de gasto, tus hábitos de consumo y tu perfil viajero. Esa información puede reutilizarse para bombardearte con ofertas de hoteles o seguros.
Qué hacer:
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Reconocer que cada interacción digital tiene un valor económico y social.
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Empezar a pensar en tus datos como un patrimonio personal.
2. Mindfulness digital: el hábito de leer antes de aceptar
Aceptar términos y condiciones sin leerlos es el gesto más común… y más peligroso. Con un solo clic damos acceso a micrófonos, cámaras, listas de contactos o historiales de navegación.
Ejemplo: muchas apps de linterna pedían acceso a la ubicación o a los contactos, datos que nada tenían que ver con su función.
Qué hacer:
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Leer, al menos por encima, los apartados de privacidad.
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Configurar manualmente las cookies en lugar de pulsar “aceptar todo”.
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Revisar los permisos de las apps en el móvil y eliminar los excesivos.
3. Diagnóstico personal: cuánto tiempo y dónde dejas tu huella
El primer paso para mejorar es medir. Igual que en una dieta alimenticia, conviene hacer un análisis de consumo digital.
Qué hacer:
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Usa el panel de “Bienestar digital” o “Tiempo de uso” en tu móvil para conocer cuántas horas pasas en redes, en juegos o en apps de mensajería.
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Haz un listado de las plataformas donde tienes cuentas activas (redes, newsletters, tiendas online).
Resultado: tendrás un mapa de tu presencia digital.
4. Reducir el rastro digital: limpieza básica
No hace falta desaparecer de internet, pero sí conviene reducir el exceso de huellas.
Acciones prácticas:
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Elimina apps que no uses en el móvil.
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Borra cookies y cachés de forma regular.
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Da de baja suscripciones y cuentas olvidadas.
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Usa gestores de contraseñas para tener claves seguras y únicas.
Herramienta útil: Have I Been Pwned, que te dice si tu correo ha sido filtrado en alguna brecha de datos.
5. Afrontar a los data brokers: quién vende tu información
Existen miles de empresas que recopilan, cruzan y venden datos personales. Muchas veces lo hacen de manera legal, aprovechando nuestra falta de lectura en las condiciones.
Qué hacer:
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Conocer que tienes derecho a pedir la eliminación de tus datos.
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Contactar directamente con data brokers o usar servicios como DeleteMe o Incogni (de pago).
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En Europa, apoyarte en el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), que obliga a informar sobre el uso de tus datos.
6. Dieta digital: reducir excesos sin renunciar
La idea no es cortar internet, sino hacer un uso más consciente y equilibrado.
Propuestas sencillas:
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Desactiva notificaciones no esenciales.
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Limita el tiempo máximo de uso de algunas apps.
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Desinstala la aplicación de redes sociales y accede solo desde navegador.
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Planifica momentos sin pantallas: pasear, leer, socializar.
Este paso es progresivo: no busca perfección, sino hábitos más saludables.
7. Nivel avanzado: cómo desaparecer (casi) de internet
Si alguien quiere dar un paso más radical, es posible —aunque complicado— minimizar casi por completo la huella digital.
Pasos necesarios:
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Eliminar perfiles en redes sociales.
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Pedir la baja de foros, newsletters y tiendas.
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Usar navegadores con mayor privacidad (Brave, DuckDuckGo).
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Configurar sistemas de anonimato (VPN, Tor).
No es un camino para todos, pero conocerlo da perspectiva sobre hasta qué punto es posible recuperar control.
8. Educación y alfabetización digital: una tarea colectiva
La privacidad no es solo individual. Las decisiones de cada usuario afectan al conjunto de la sociedad.
Ejemplo: si un gran número de personas cede masivamente datos sin control, aumentan las posibilidades de manipulación política, noticias falsas o segmentación discriminatoria.
Qué hacer:
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Enseñar a niños y jóvenes a leer permisos.
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Concienciar a personas mayores sobre estafas digitales.
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Incluir la privacidad digital como parte de la educación básica.
9. Herramientas y recursos útiles
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Gestores de contraseñas: 1Password, Bitwarden.
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Navegadores centrados en privacidad: Brave, Firefox.
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Buscadores alternativos: DuckDuckGo, StartPage.
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Revisión de filtraciones: Have I Been Pwned.
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Servicios de borrado de datos: DeleteMe, Incogni.
Conclusión: libertad a través de la información
Tomar el control de tus datos no significa renunciar al mundo digital, sino participar de él con mayor consciencia y libertad. Como insiste Alicia Asín, informarse ya es dar un primer paso hacia la soberanía personal en la era digital.
Cada decisión, desde rechazar cookies hasta educar a otros, suma. Y aunque nunca tengamos control absoluto, sí podemos elegir con más criterio qué dejamos en manos de terceros y qué nos reservamos como propio.