Ejemplo: medir el retorno social de un centro cultural.

Imaginemos un centro cultural en una ciudad de 50.000 habitantes, con programación de teatro, danza, cine, exposiciones, biblioteca y talleres formativos. Su presupuesto anual es de 1,2 millones de euros, financiado con fondos públicos y parte de ingresos propios.

Impacto económico

  • Empleo directo: 25 trabajadores contratados (gestión, técnicos, educadores).
  • Empleo indirecto: servicios de limpieza, seguridad y proveedores culturales (60 personas).
  • Efecto en la economía local: encuestas muestran que un 40 % del público aprovecha para consumir en bares y restaurantes cercanos tras asistir a actividades.

Impacto educativo

  • Talleres formativos: 2.000 participantes anuales en cursos de música, artes plásticas y teatro.
  • Públicos escolares: 4.500 estudiantes participaron en visitas y actividades pedagógicas.
  • Indicador cualitativo: docentes señalan un aumento en la motivación escolar gracias a las visitas al centro.

Impacto social

  • Accesibilidad: el 30 % de las actividades son gratuitas o con entrada simbólica.
  • Inclusión: programas específicos para personas mayores, jóvenes en riesgo y colectivos migrantes.
  • Encuestas: 75 % de usuarios afirma que el centro cultural mejora la convivencia en la ciudad.

Impacto cultural

  • Producción local: el 45 % de las obras programadas provienen de artistas y compañías de la región.
  • Diversidad: se incluyen programaciones de distintas disciplinas y narrativas culturales.
  • Innovación: se organizan residencias artísticas que atraen a creadores de otras ciudades.

Impacto emocional

  • Percepción ciudadana: 82 % de asistentes afirma sentirse orgulloso de tener el centro cultural en la ciudad.
  • Testimonio real: una vecina explica que gracias al club de lectura del centro “ha vuelto a sentirse parte activa de la comunidad”.

El resultado: retorno social positivo

Al sumar todos los efectos (económicos, sociales, educativos, culturales y emocionales), se demuestra que el centro cultural devuelve mucho más de lo que recibe en inversión pública.

Si aplicáramos un cálculo SROI, podríamos estimar que por cada euro invertido, el centro genera entre 3 y 5 € de valor social y cultural. Incluso sin traducirlo a cifras exactas, los indicadores muestran que el impacto trasciende la rentabilidad económica y se refleja en cohesión social, acceso a la cultura y bienestar comunitario.

Conclusión: más que un edificio, un motor comunitario

Medir el retorno social de un centro cultural es fundamental para legitimar su papel en la ciudad. No se trata solo de justificar presupuestos, sino de mostrar que estos espacios son motores de transformación que combinan economía, educación, inclusión, creatividad y bienestar.

En definitiva: cada euro invertido en un centro cultural es mucho más que gasto público, es una apuesta por el desarrollo humano, social y cultural de toda la comunidad.

María Pilar López García
Madrid, Madrid, España
+34686280769
mpilar.lopez@smart-ib.coop
30 de agosto de 2024
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