Cuando hablamos de medición del impacto social en Europa, uno de los referentes más citados es la EVPA (European Venture Philanthropy Association). Desde 2004, esta red europea ha reunido a fundaciones, inversores de impacto, ONG y proyectos culturales y sociales con un objetivo común: demostrar que la inversión con propósito puede transformar comunidades.
Para lograrlo, la EVPA no se ha limitado a lanzar informes, sino que ha desarrollado una guía práctica de gestión del impacto que hoy es un estándar de referencia en todo el continente.
¿Por qué la EVPA?
La EVPA nace en un momento en que la filantropía tradicional ya no era suficiente. Las fundaciones y empresas que invertían en proyectos sociales querían saber algo más que el destino del dinero: necesitaban comprobar los cambios reales que generaba su inversión.
El problema era que cada organización medía a su manera, con metodologías diversas y, muchas veces, incomparables. La EVPA dio un paso adelante: diseñar un marco común que ayudara a las organizaciones sociales, culturales y de emprendimiento a medir y gestionar su impacto de manera rigurosa pero también práctica.
La Guía de la EVPA: cinco pasos para gestionar el impacto
El modelo de la EVPA se ha popularizado porque es claro, flexible y aplicable tanto a grandes fundaciones como a pequeños proyectos culturales. Su guía propone cinco pasos principales:
1. Establecer objetivos claros de impacto
Antes de medir, hay que saber qué queremos cambiar. La EVPA insiste en que los objetivos deben estar alineados con la misión de la organización y ser lo bastante específicos para guiar todo el proceso.
Ejemplo: una organización cultural puede marcarse como objetivo no solo “organizar talleres de teatro”, sino “mejorar la confianza y la participación social de jóvenes en riesgo de exclusión a través del teatro”.
2. Analizar a los grupos de interés (stakeholders)
La medición del impacto no se hace en abstracto, sino sobre personas y comunidades reales. La guía de la EVPA pide identificar a los grupos de interés, entender qué esperan del proyecto y cómo se ven afectados por él.
En un proyecto cultural, los stakeholders no son solo los asistentes a un evento, sino también artistas, vecinos, administraciones, comercios locales e incluso futuros públicos potenciales.
3. Medir resultados e impacto
Aquí entran en juego los indicadores. La EVPA recomienda una combinación de indicadores cuantitativos (número de participantes, frecuencia de asistencia, inserciones laborales generadas) y cualitativos (nivel de satisfacción, percepción de inclusión, testimonios personales).
La clave es diferenciar entre outputs (lo que se hace), outcomes (cambios inmediatos) e impactos (transformaciones profundas y duraderas).
4. Verificar y valorar el impacto
Medir no basta: hay que validar los datos y contextualizarlos. La guía propone contrastar la información con otras fuentes, usar comparaciones (benchmarking) y asegurarse de que los resultados son reales y no exagerados.
Ejemplo: si un programa afirma que “mejoró la empleabilidad de 200 jóvenes”, habrá que verificar cuántos encontraron trabajo realmente gracias a esa formación, y no por otras causas.
5. Comunicar y aprender
El último paso es comunicar de forma transparente los resultados, tanto los logros como las dificultades. Para la EVPA, la medición del impacto no debe quedarse en un informe para financiadores, sino convertirse en una herramienta de aprendizaje interno y de mejora continua.
Un proyecto cultural que mide y comunica bien su impacto no solo gana legitimidad, sino que inspira a otros y genera confianza en la comunidad.
Lo que aporta la EVPA al sector cultural
Aunque la EVPA nació más vinculada al emprendimiento social y la filantropía, su enfoque es perfectamente aplicable al ámbito cultural.
- Lenguaje común: facilita que proyectos culturales hablen el mismo idioma que financiadores e inversores de impacto.
- Rigor con flexibilidad: no obliga a un único modelo rígido, sino que adapta la metodología a cada realidad.
- Puente con la financiación: muchos fondos europeos y privados valoran que un proyecto se base en la metodología EVPA para medir su impacto.
- Visión integral: combina lo económico, lo social y lo cultural, reconociendo la complejidad del sector.
Críticas y retos
Como toda metodología, el modelo EVPA tiene retos. Algunos proyectos culturales lo ven demasiado exigente o complejo para su escala. Otros critican que el énfasis en los datos puede hacer olvidar dimensiones cualitativas e intangibles, tan importantes en la cultura.
Sin embargo, la propia EVPA insiste en que su guía no es un manual cerrado, sino un marco adaptable. La clave está en encontrar un equilibrio entre la necesidad de datos sólidos y la riqueza de lo cultural y lo social.
Conclusión: una brújula para crecer con propósito
La EVPA y su guía práctica han cambiado la forma de entender la medición del impacto en Europa. Han demostrado que medir no es un fin en sí mismo, sino un medio para mejorar, aprender y atraer más apoyos.
Para las organizaciones culturales, seguir este modelo significa pasar de justificar actividades a demostrar transformaciones. Y en un contexto donde la financiación es cada vez más competitiva, esa puede ser la diferencia entre sobrevivir o consolidarse como un actor clave del cambio social.