La cultura es, en teoría, un espacio de libertad, creatividad y diversidad. Sin embargo, durante siglos, las mujeres y las identidades disidentes han estado infrarrepresentadas, invisibilizadas o relegadas a un segundo plano en la creación, la gestión y la programación cultural. Hoy, los proyectos culturales tienen una gran responsabilidad y, al mismo tiempo, una enorme oportunidad: convertirse en motores de igualdad de género.
Pero para que esa igualdad sea algo más que un discurso, es necesario medirla, planificar acciones concretas y comprometerse con cambios reales.
La brecha de género en el sector cultural
Aunque los avances son innegables, todavía existen importantes desigualdades:
- Acceso a la creación y producción: las mujeres siguen teniendo menos oportunidades para mostrar su obra en grandes instituciones o escenarios.
- Reconocimiento: muchos premios, festivales y circuitos internacionales siguen dominados por hombres.
- Gestión y liderazgo: en la mayoría de países, los puestos directivos en museos, teatros o instituciones culturales están ocupados por hombres en una proporción superior.
- Condiciones laborales: las mujeres del sector cultural enfrentan mayor precariedad, brecha salarial y dificultades para conciliar.
- Representación simbólica: en las narrativas culturales, las mujeres han sido representadas muchas veces como musas o personajes secundarios, y menos como protagonistas.
Cómo integrar la igualdad de género en proyectos culturales
1. Programación equilibrada
Un primer paso es garantizar que la programación incluya creadoras, artistas y profesionales mujeres en igualdad de condiciones. Esto no es una cuestión de cuotas simbólicas, sino de visibilizar talento que históricamente ha sido marginado.
2. Liderazgo y gestión inclusiva
Los proyectos culturales deben revisar cómo se conforman sus equipos:
- ¿Quién toma las decisiones?
- ¿Qué porcentaje de mujeres ocupa cargos directivos?
- ¿Se promueve la corresponsabilidad en la gestión del tiempo y los cuidados?
3. Narrativas y contenidos
La igualdad también se mide en qué historias se cuentan y cómo se representan los géneros. No es lo mismo programar una obra que refuerce estereotipos que una que abra el debate sobre diversidad y equidad.
4. Accesibilidad y participación
Los proyectos inclusivos no solo deben invitar a mujeres creadoras, sino también a mujeres del público en toda su diversidad (edad, origen, condición social). Facilitar horarios, accesos económicos o espacios seguros también es trabajar por la igualdad.
Indicadores para medir la igualdad de género en proyectos culturales
- Representación en programación: porcentaje de obras firmadas o lideradas por mujeres.
- Participación en equipos de gestión: número de mujeres en puestos directivos o de toma de decisiones.
- Brecha salarial: comparación entre remuneración de hombres y mujeres en el proyecto.
- Condiciones laborales: tipo de contratos, estabilidad y conciliación.
- Visibilidad en medios: cobertura mediática de artistas y profesionales mujeres frente a hombres.
- Percepción de seguridad e inclusión: encuestas a participantes sobre si el proyecto garantiza un entorno equitativo y libre de discriminación.
Ejemplos inspiradores
- Festival Ellas Crean (España): visibiliza la obra de mujeres creadoras en todas las disciplinas artísticas.
- Keychange (Europa): iniciativa internacional que promueve la igualdad en festivales de música, comprometiendo a organizadores a alcanzar al menos un 50 % de participación femenina en sus carteles.
- Museos con perspectiva de género: algunos museos están revisando sus colecciones para visibilizar a las mujeres artistas históricamente invisibilizadas.
Retos pendientes
- Evitar el tokenismo: la igualdad no puede reducirse a invitar a una o dos mujeres para “cumplir la cuota”.
- Interseccionalidad: no todas las mujeres enfrentan las mismas barreras; la igualdad debe considerar género, raza, clase, orientación sexual, discapacidad.
- Resistencias culturales: todavía hay prejuicios sobre la calidad de la obra femenina o sobre el papel de las mujeres en ciertos sectores artísticos.
- Medición insuficiente: muchos proyectos no recopilan datos desagregados por género, lo que impide tener diagnósticos claros.
Conclusión: igualdad como motor de innovación cultural
La igualdad de género en proyectos culturales no es solo una cuestión de justicia, sino también de innovación y calidad. Una programación más diversa genera narrativas más ricas, llega a más públicos y conecta mejor con la sociedad contemporánea.
Medir, planificar y transformar son los tres pasos clave:
- Medir para visibilizar la brecha.
- Planificar para introducir cambios reales.
- Transformar para que la cultura sea un verdadero motor de igualdad.
En definitiva, apostar por la igualdad no resta, suma. Y no solo suma justicia, también suma talento, diversidad y futuro para el sector cultural.