Uno de los grandes retos de las organizaciones sociales y culturales es que cada proyecto mide el impacto “a su manera”. Esto genera un problema: ¿cómo comparar resultados entre países, sectores o tipos de proyectos? ¿Cómo saber si un indicador de inclusión social en España es equivalente al que se usa en Alemania o en Brasil?
Para responder a esta necesidad de un lenguaje común, la red global de inversión de impacto GIIN (Global Impact Investing Network) desarrolló IRIS+, un sistema de métricas estandarizadas que hoy se ha convertido en el referente internacional.
¿Qué es IRIS+?
IRIS+ es un catálogo de métricas diseñado para que organizaciones de todo el mundo puedan medir su impacto de manera coherente y comparable.
Lo que ofrece no es una metodología cerrada, sino una caja de herramientas: indicadores claros, clasificados por sectores y objetivos de impacto, que permiten alinear los proyectos con estándares internacionales.
En palabras simples, IRIS+ ayuda a que dos proyectos diferentes —un programa cultural en Barcelona y una iniciativa de inclusión en Nairobi— puedan hablar el mismo idioma cuando presentan sus resultados.
Cómo funciona IRIS+
El sistema IRIS+ organiza sus métricas en torno a dos grandes ejes:
- Temáticas de impacto (como salud, educación, inclusión financiera, igualdad de género, medio ambiente o cultura).
- Objetivos de desarrollo sostenible (ODS): cada indicador está alineado con los ODS de Naciones Unidas, lo que facilita a las organizaciones conectar sus resultados con una agenda global.
Por ejemplo, si un proyecto cultural busca fomentar la educación artística en jóvenes, puede usar indicadores IRIS+ vinculados al ODS 4 (Educación de calidad), como:
- Número de jóvenes que acceden a programas de formación artística.
- Porcentaje de participantes que mejoran sus competencias creativas.
Ventajas de usar IRIS+
- Comparabilidad internacional: facilita que un proyecto cultural pueda mostrar sus resultados en el mismo marco que una ONG de otro continente.
- Lenguaje común con inversores: muchos fondos de inversión de impacto ya exigen indicadores IRIS+ porque son reconocidos y fiables.
- Flexibilidad: no obliga a usar todos los indicadores, sino a seleccionar los que mejor se adapten al proyecto.
- Alineación con la Agenda 2030: permite mostrar de forma directa cómo un proyecto contribuye a los ODS.
Ejemplo aplicado a la cultura
Imaginemos un centro cultural que quiere medir su impacto en inclusión social:
- Actividad (output): 20 talleres de teatro comunitario.
- Indicador IRIS+: número de personas de colectivos vulnerables que participan en actividades culturales de forma regular.
- Resultado (outcome): un 60 % de los participantes declaran sentirse más integrados en la comunidad.
- Impacto: mejora de la cohesión social y reducción de la exclusión en el barrio.
De esta forma, el proyecto no solo mide su propio éxito, sino que puede presentarlo con métricas reconocidas globalmente, lo que refuerza su credibilidad ante financiadores internacionales.
Limitaciones y retos
No todo es perfecto. Algunos críticos señalan que IRIS+ puede volverse demasiado técnico para organizaciones pequeñas, que carecen de recursos para implementar métricas tan detalladas. Además, existe el riesgo de caer en una “obsesión numérica” que deje fuera aspectos cualitativos fundamentales en el ámbito cultural (emociones, creatividad, identidad).
Por eso, lo ideal es combinar IRIS+ con métodos más narrativos y participativos, como encuestas de percepción, entrevistas o historias de vida.
Conclusión: hablar un idioma global del impacto
IRIS+ se ha consolidado como el estándar internacional más influyente en la medición del impacto social y cultural. Su fuerza está en que no inventa indicadores desde cero, sino que organiza y estandariza los existentes, alineándolos con los ODS.
Para las organizaciones culturales, adoptar IRIS+ significa ganar legitimidad, abrir puertas a financiación internacional y demostrar que la cultura también contribuye a los grandes retos globales.
En definitiva: medir con IRIS+ no es solo medir mejor, es hablar el idioma común del impacto en el siglo XXI.